Visita al Diablo Mundo XXII: Christopher Marlowe – Tamerlán El Grande

tamerlan

Como sabemos la historia occidental siempre ha estado ‘europerizada’, muchos personajes y hechos de suma relevancia se han perdido en el tiempo simplemente por no pertenecer al canon de la historia europea. Grandes conquistas, imperios, caudillos, etc. de otros continentes han quedado relegados de la memoria colectiva. Al hablar de grandes conquistadores mundiales en la historia a la mayoría de gentiles solo tres personajes nos vienen a la mente: Alejandro Magno, Atila el Huno, y Genghis Khan. El primero es el arquetipo absoluto de líder, el más grande de la historia para muchos, dentro de los que me cuento. Sin embargo los territorios conquistados por Alejandro, aunque nos duela decirlo, no eran ni una cuarta parte de los de Genghis Khan, a quien muchas veces solemos calificar de bárbaro quien se hizo de todos sus territorios mediante la brutalidad, pero principalmente por el hecho de ser mongol y no europeo.

El pueblo musulmán ha sido principalmente estigmatizado a lo largo de la historia, pasando por alto sus grandes logros y personajes que tanto han influido en la cultura mundial. ¿Dónde quedó la historia de Tarik el gran conquistador de la península ibérica? ¿Dónde quedó el relato de los poderosos ejércitos liderados por sagaces sultanes que por poco conquistan a China y llegaron hasta el Japón? Entre muchos de los olvidados podemos contar a Belo, Nino, los grandes Califas, y, por supuesto, Tamerlán el Grande [1320–1405], de quien quizá nunca habría tenido noticia si no fuera por nuestro Christopher Marlowe.

Durante mucho tiempo Marlowe ha estado bajo la sombra de Shakespeare, sus aportes a la literatura son conocidos tan solo por los estudiosos o amantes de ésta. Su obra más famosa es la Tragedia del Doctor Fausto, primera adaptación dramatúrgica del famoso relato que Goethe llevaría a la sublimidad un par de siglos luego. Pero poco se conoce del resto de sus obras y mucho menos de sus tragedias. Por eso nuevamente agradezco a las «librerías underground» que me permiten acceder a este tipo de textos. Tamerlán el Grande [Tamburlaine the Great (1587)] obra de dos partes que nos habla del gran conquistador turco-mongol de la edad media. Es una de las mejores obras que han llegado a mi, no solo por ser un hito en la historia de la literatura y su consecuente influencia en ésta, sino por la calidad de composición, estructura y relato. Pocos relatos de corte histórico llegan a apasionar tanto como éste.

Territorio de Tamerlán

Marlowe inicia su relato presentándonos a un humilde pastor escita con ansia de poder, dueño de un discurso divino que logra seducir a cualquiera que escucha sus prudentes razones. Poco a poco nos vamos metiendo en la historia y enamorándonos de este personaje, quien deseaba restituir los territorios ganados por Genghis Khan -del que no descendía-, pero al que rendía gran homenaje y admiraba tanto como Alejandro a Aquiles.

Continuar la lectura de la obra no hacía más que apasionarme, tal como he mencionado. Como siempre mi curiosidad está al mando y me intrigó conocer al personaje histórico que sirvió de inspiración para la creación de esta obra, estaba seguro que se trataba de un relato libre de la vida de Genghis Khan o de algún general mongol olvidado, más no relevante. Cuan grande fue mi sorpresa al encontrarme con que este gran conquistador cuyas hazañas parecían tan de ficción había existido en verdad, me sentí un gran ignorante. Cómo pudo suceder que yo, siendo un gran amante de la historia en general, viví todos estos años ignorando la existencia de Tamerlán el Grande.

Por supuesto el Tamerlán de Marlowe difiere, a breves rasgos, del Tamerlán histórico, pero sublime es contemplar la helenización y romanización de tamaño personaje. Marlowe lo hizo a la perfección, del turco-mongol islámico/shamanista a apolónica figura rivalizando tan solo con Alejandro Magno. Los elogios y agravios se los hace a Júpiter antes que Alá, e incluso llega a quemar el Corán para probar que él es verdadero ‘azote de dios’ y ni el mismo Mahoma puede igualársele.

Tamerlán, Bayaceto enjaulado y los tres reinos

Tamerlán, Bayaceto enjaulado y los tres reinos by R. S. Sheriffs

Pensemos en el contexto temporal en que se da esta obra; el teatro rígido, torpe e ingenuo de la era Tudor estaba llegando a su fin, la nueva dramaturgia necesitaba una obra cumbre que sirviera de lumbre para la naciente era Isabelina. Marlowe trae de vuelta y populariza el verso blanco, que se contrapone a la rima; los actores son, entonces, más libres, para improvisar. Las tragedias y tragicomedias se apoderaban de las carteleras. La precisión histórica de los hechos o datos de un evento y personaje son sacrificados por el bien de la audiencia. Los personajes ahora sí eran eso, caracteres individuales con los cuales el público se podía identificar; recordemos que el teatro de aquella era reunía en sus salas a nobles y plebeyos.

El anglicanismo en Inglaterra se consolidaba dejando atrás el catolicismo romano casi por completo, es decir, una suerte de humanismo inglés estaba naciendo. Tamerlán es una de las primeras grandes obras teatrales donde vemos al hombre ser protagonista en absoluto, vemos a un individuo forjando su destino y desafiando a los dioses. El marcado antropocentrismo de la obra quizá se deba al supuesto ateísmo de Marlowe. La ambición y sacrílega actitud de Tamerlán sería, en cualquier otra obra, sujeto de castigo por parte de los dioses, pero aquí es recompensada.

A continuación algunos de mis pasajes favoritos de la obra:

Escena VII, Acto I, Tamerlán El Grande: Parte Primera. ‘La sed de reinar y dulzura de una corona que causaron el primogénito del celeste ops arrojará a su provecto padre de su trono y señoreará él el imperio celestial, me han movido a hacer armas contra su estado. ¿Qué mejor precedente que el potente Júpiter? La Naturaleza forjadora de los cuatro elementos que por la supremacía pelean en nuestros pechos, nos enseña a todos a tener ánimos ambiciosos. Nuestras almas, cuyas facultades son capaces de comprender la maravillosa arquitectura del mundo y medir el curso de todos los errantes planetas, incluso persiguiendo el conocimiento infinito y siempre moviéndose como las inquietas esferas, nos impele a nunca descansar hasta alcanzar el fruto más maduro de todos, esa perfecta dicha y única felicidad que es el dulce disfrute de una corona terrena.’

Escena II, Acto IV, Tamerlán El Grande: Parte Segunda. Theridamas (General de Tamerlán): ‘Bien hallada, Olimpia. Te buscaba en mi tienda, pero viéndola obscura y tenebrosa, sin que tu belleza estuviese para iluminarla, enfurecido corrí los campos buscándote, presumiendo que el amoroso Júpiter había enviado a su hijo, el alígero Hermes, para conducirte fuera de aquí. Mas ahora que te encuentro y mi temor se disipa, dime, Olimpia, si accederás a mis deseos.’

Escena III, Acto II, Tamerlán El Grande: Parte Segunda. Al morir Zenócrata, emperatriz de Tamerlán: [Precaución: esta escena puede reducirlo a lágrimas]: ‘¿Cómo? ¿Ha muerto? Techelles, desfunda tu espada y taja en dos mitades la tierra, para que desendamos a sus cavernas infernales, a fin de asir a las fatales hermanas por el cabello y arrojarlas al infierno a los triples abismos, por haberse llevado a mi bella Zenócrata. Casane y Theridamas, ¡a las armas! Levantad cureñas altas como las nubes y romped a cañonazos la armazón del cielo. Batid el brillante palacio del sol y arruinad todo el firmamento estrellado, porque Jove, enamorado, me ha arrebatado mi amor para convertirlo en la majestuosa reina de los cielos.

Ahora que algún dios te tiene entre los brazos, brindándote néctar y ambrosia, mírame, divina Zenócrata, enrabiado, impaciente, desesperado y loco, quebrando mi lanza acerada, con la que rompía los quicios mohosos del tiempo de Jano, dejando libres la muerte y la tiránica guerra para que marcharan a mi lado bajo mi sangriento estandarte. Y, si es que compadeces a Tamerlán el Grande, desciende del cielo y torna a vivir conmigo. ‘

Tamerlán llorando la muerte de Zenócrata by R.S. Sherriffs

Tamerlán llorando la muerte de Zenócrata by R.S. Sherriffs

Por último, tengo el honor de compartirles el texto, aunque es una pena que en las redes no se encuentre más que la primera parte, así que ahora es trabajo de ustedes el ir a su librería underground o mística más cercana, excavar entre pliegos de libros polvorientos y encontrar al buen Tamerlán.

Christopher Marlowe – Tamerlán El Grande (Parte Primera PDF)